Todo empezó hace unos diez días, o debería decir que empezó algunos meses atrás, la idea tomando forma en mi mente. El deseo, más bien. Mi ex-terapeuta decía: cuando el deseo existe, busca la forma de concretarse, aunque lo niegues. Va, viene, busca, se equivoca, retrocede, vuelve a intentar, hasta que finalmente se materializa, aunque ni te hayas enterado de que estaba ahí. Tal vez tenía razón...
En cualquier caso, lo que sí empezó hace unos diez días fue mi atraso menstrual. Cuando el dentífrico me pareció nauseabundo, decidí que iba a tener que pasar por la farmacia en algún momento del día.Decidí no compartir ese momento con nadie, era mío, íntimo, sagrado e intransferible. Y esperé pacientemente (de verdad!) el resultado del test. Sonreía mientras preparaba el mate y esperaba que las dos rayitas aparecieran en el baño. La pava al fuego... (cómo se lo digo al padre?)... vaciar el mate (debe ser positivo, me da náuseas el olor a yerba de ayer. Tengo que acordarme de vaciar el mate cuando lo termino de usar!)... lavar el mate (voy a tener que aguantarme hasta la noche, no da que le diga por teléfono)... poner la yerba, sacarle el polvo, que quede en pendiente (si lo voy a buscar al laburo, se va a dar cuenta apenas me vea)... hacer el agujerito para la yerba (me voy a comer los codos hasta la noche!)... shhhhiiiiii (ya está el agua. Tengo que volver a tomar el ácido fólico!)... poner el agua en el termo, cerrarlo (ya debe estar, me olvidé de mirar qué hora era cuando puse la tirita en el pis!)
Y estaban las dos, la rayita de control, rosa intenso; la mía, más bien pálida.
....
Esta es una entrada de mi otro blog. Apenas terminé de escribirla, supe que necesitaba abrir otro para registrar estos nueve meses. Porque siento que esas dos rayas y después ese punto de la ecografía, escindieron mi vida. Salga todo bien o no, nada volverá a ser igual. Así que aquí vamos.
En cualquier caso, lo que sí empezó hace unos diez días fue mi atraso menstrual. Cuando el dentífrico me pareció nauseabundo, decidí que iba a tener que pasar por la farmacia en algún momento del día.Decidí no compartir ese momento con nadie, era mío, íntimo, sagrado e intransferible. Y esperé pacientemente (de verdad!) el resultado del test. Sonreía mientras preparaba el mate y esperaba que las dos rayitas aparecieran en el baño. La pava al fuego... (cómo se lo digo al padre?)... vaciar el mate (debe ser positivo, me da náuseas el olor a yerba de ayer. Tengo que acordarme de vaciar el mate cuando lo termino de usar!)... lavar el mate (voy a tener que aguantarme hasta la noche, no da que le diga por teléfono)... poner la yerba, sacarle el polvo, que quede en pendiente (si lo voy a buscar al laburo, se va a dar cuenta apenas me vea)... hacer el agujerito para la yerba (me voy a comer los codos hasta la noche!)... shhhhiiiiii (ya está el agua. Tengo que volver a tomar el ácido fólico!)... poner el agua en el termo, cerrarlo (ya debe estar, me olvidé de mirar qué hora era cuando puse la tirita en el pis!)
Y estaban las dos, la rayita de control, rosa intenso; la mía, más bien pálida.
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Esta es una entrada de mi otro blog. Apenas terminé de escribirla, supe que necesitaba abrir otro para registrar estos nueve meses. Porque siento que esas dos rayas y después ese punto de la ecografía, escindieron mi vida. Salga todo bien o no, nada volverá a ser igual. Así que aquí vamos.
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